Punto de Inflexión | La IA ya no es gratis, y ese no es el problema
Lo que parecía acceso sin límites es ahora un sistema que te exige elegir mejor
Pronto nos tocará pagar la cuenta
A veces, una fábula explica mejor que un informe lo que está pasando.
Este antiguo relato zen, de pronto, tiene un nuevo sentido:
Un pez nada feliz por el río hasta que ve el gusano más jugoso que ha visto en su vida, suspendido mágicamente en el agua.
Piensa: “Esto no se puede dejar pasar”.
Lo muerde. Y en ese instante siente el tirón, la resistencia, el hierro.
El cebo no era un regalo: era una trampa.
Las cosas que parecen demasiado buenas para ser verdad, suelen serlo. Y últimamente hemos tenido esa sensación con la Inteligencia Artificial.
Se nos presentó como un regalo: infinita, gratuita, sin fricción. Pero éramos conscientes de algunos de sus costes, sobre todo a nivel cognitivo. Ahora tenemos claro que también habrá un coste económico.
De momento, Mark Zuckerberg (Meta) ha gastado más de 9.000 millones de dólares en mantener su IA a flote. Sam Altman (OpenAI) ha puesto freno a las funciones gratuitas. Y Google ha limitado el acceso a Gemini a usuarios de pago.
Parecía que la fiesta no terminaría nunca. Que había barra libre, que estaba todo incluido. Pero en breve nos traerán la cuenta.
Te preguntarás por qué decimos esto justo ahora.
Recientemente, un informe de la consultora SemiAnalysis (marzo 2025) ha alertado de que usar la IA a gran escala cuesta mucho más de lo que se pensaba. El informe, titulado The Inference Time Bomb, habla de un concepto que sonará mucho las próximas semanas y meses: los costes de inferencia.
De manera muy simple, el coste de inferencia es el precio de usar la IA en el día a día. No es el coste de crearla, sino de hacer que funcione cada vez que la necesitas.
En otras palabras: cada vez que usas ChatGPT, detrás hay electricidad, chips, servidores, refrigeración… Y eso cuesta dinero, incluso si tú no lo estás pagando directamente.
El error de pensar que esto no va contigo
La pregunta es legítima: ¿y esto por qué debería importarme?
Es normal pensar que la cosa no va contigo mientras tus herramientas de IA siguen funcionando. Pero lo que hasta ahora ha sido gratis o barato, dejará de serlo.
Una muestra: ChatGPT tiene más de 400 millones de usuarios semanales. La cifra subirá a medida que se consolide la adopción. Eso quiere decir que los costes de inferencia se están acumulando. Sencillamente, es insostenible que Sam Altman lo regale durante mucho más tiempo.
De ahí que OpenAI, Meta, Google y otras empresas estén aumentando precios o limitando funciones gratuitas. Como consecuencia, algunas startups de IA ya están teniendo dificultades para mantener sus márgenes. Y en unos meses o años, ese coste puede impactar directamente en usuarios como tú o como nosotros.
En esencia, el modelo de crecimiento ilimitado empieza a chocar con la realidad física y económica de mantener millones de interacciones al día. Si esto le pasa a las big tech, ¿qué nos espera al resto?
Esta disyuntiva está causando dos tipos de reacción.
Como hemos dicho, Sam Altman cierra el grifo: menos funciones gratis, más barreras para terceros, precios ajustados. Y Mark Zuckerberg opta por inyectar miles de millones para seguir ofreciendo productos gratuitos (por ahora), aunque eso implique asumir pérdidas temporales.
Son dos formas de jugar la misma partida. Una se apoya en la dependencia del usuario. La otra en la escala y el control total de la infraestructura.
Ambos tienen una cosa en común: ninguno está pensando en los intereses del pequeño profesional.
Es decir, que el acceso universal a la IA fue una etapa transitoria. Ahora empieza la fase en la que algunos quedarán dentro, y otros fuera.
Si estás construyendo una parte de tu negocio con herramientas de IA, esto sí va contigo. La tecnología no ha dejado de ser útil —ni va a dejar de serlo—, pero ya no puedes pensar su uso fuera de la lógica económica.
Tienes que ser estratégico con la manera en que la usas. Y no es un llamado al pánico. Es un llamado a pensar.
Lo vemos continuamente: negocios que crecen sin estructura y luego son incapaces de sostener lo que han creado. Terminan borrándose sin saber cómo. Y cuando se dan cuenta, ya es tarde.
Y aquí es donde empieza la parte crítica:
Cómo decidir con claridad.
Cómo integrar sin perder control.
Cómo construir con IA sin desaparecer detrás de ella.
Sigue leyendo para descubir por qué ya no basta con saber usar IA. Ahora toca saber cuándo no usarla.
Hablaremos de conceptos como proporcionalidad, legibilidad, sostenibilidad. Y de por qué, en un mundo saturado de soluciones, la claridad es la ventaja más difícil de imitar.