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Tu primer sistema automatizado puede salir de este prompt

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Innovación como entrenamiento estratégico de pensamiento

jun 25, 2025
∙ De pago
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Tu primer sistema automatizado puede salir de este prompt
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Innovación Aplicada #1


Automatizar no es programar. Es pensar con tanta claridad ya no seas necesario.


La premisa

A principios de los 2000, Jeff Bezos desconcertó a todos los trabajadores de Amazon con una orden interna.

Decía:

“A partir de ahora, cada equipo debe exponer sus funciones como si fuera una API”.

Quería que cada trabajador expresara lo que hace como un sistema autónomo: con entradas y salidas definidas, condiciones específicas; sin depender de que nadie entendiera el contexto.

La orden fue impopular. Parecía que anunciaba un despido masivo.

Pero Bezos no buscaba eficiencia: buscaba claridad estructural.

Que cada equipo pensara su trabajo no como una suma de tareas, sino como una lógica ejecutable.

Que forzaran un tipo de pensamiento que, una vez formulado con rigor, pudiera ser delegado sin distorsión.

Eso es automatizar. Y, como demuestra esta historia, automatizar no empieza con una herramienta.

Empieza con un acto de formulación.

¿Qué es una automatización? ¿Y por qué debería importarte?

Durante años, automatizar ha sido un verbo ajeno, reservado a ingenieros, a programadores, a flujos, a código. Un gesto técnico.

Para mayor claridad:

Una automatización es cualquier secuencia de pasos que has pensado una vez —con suficiente claridad— como para no tener que pensarla más.

Cuando una secuencia de email se activa tras una descarga. Cuando un cliente se registra y recibe su onboarding sin que tú hagas nada. Cuando una alerta salta si no se cumple cierta condición. Todo eso son automatizaciones.

Hasta hace poco, construir estos sistemas implicaba código, herramientas complejas, o pedir favores al equipo técnico.

Esto no ha desaparecido del todo, pero algo se ha aflojado.

Las nuevas herramientas —Flowise, Zapier AI, CrewAI…— eliminan dos cosas importantes:

  1. La necesidad de escribir código

  2. La jerarquía: una idea ya no debe pasar por manos expertas para convertirse en un sistema

Ahora basta con saber lo que quieres. Y saberlo con tanta nitidez que puedas descomponerlo en condiciones.

Me gusta resumirlo así: es como pensar en voz alta, pero con consecuencias.

Ha cambiado el lugar donde pasan las cosas. Ya no ocurren en la oficina, o en la reunión con el departamento técnico.

Ocurren —si sabes cómo pensarlas— en tu cabeza.

Ocurren si sabes estructurar una lógica y expresarla con el rigor suficiente.

O sea que la barrera ya no es técnica, es mental.

El principio regente

Si lo analizas bien, en realidad no automatizamos tareas. Automatizamos decisiones que ya no necesitan ser pensadas otra vez.

Esto implica que hemos pensado lo suficiente como para delegarlo.

Como para no volver a tocarlo, ni corregirlo ni reinventarlo cada lunes.

Los softwares de automatización desbloquean precisamente esto: la posibilidad de encapsular un fragmento de tu lógica y entregárselo a un sistema que operará sin pausa.

Pero ese traspaso solo es posible si el pensamiento que lo sustenta es claro.

Hasta el punto que, cada vez que alguien dice que algo no se puede automatizar, en realidad lo que está diciendo es que no sabe enunciar el proceso con la precisión suficiente como para dejar de hacerlo él mismo.

El problema, entonces, no es técnico. Es epistémico.

La automatización, en su núcleo, es una función de la claridad. Y la claridad no se enseña con tutoriales. Exige un tipo de madurez que no todos los procesos, ni todas las personas, están dispuestas a asumir: la de pensar el trabajo antes de hacerlo.

El espejo

Es fácil hablar de automatización cuando el proceso ya está claro. Cuando uno sabe exactamente qué sucede, por qué, en qué orden, con qué variables, con qué margen de error. Pero ¿cuántas veces es ese el caso?

La mayoría de personas no automatiza porque aún está pensando en términos de tareas, no de decisiones.

Porque confunde “lo que hace” con “lo que decide al hacerlo”. Porque nunca se ha detenido a formular, paso a paso, en qué momento una cosa lleva a la otra, y bajo qué condiciones esa lógica podría romperse o transformarse.

  • ¿Puedes explicar tu flujo de trabajo como una cadena de decisiones condicionales?

  • ¿Puedes prever las bifurcaciones posibles?

  • ¿Puedes distinguir lo esencial de lo accesorio?

Si no, ¿qué pretendes exactamente que automatice la IA?

Hay un punto ciego que no se menciona casi nunca: automatizar exige haber pensado más de lo que normalmente pensamos. Requiere exponer la lógica implícita que usamos a diario sin revisarla. Esa que da por hecho ciertos pasos porque siempre se ha hecho así.

Por eso muchas personas creen que necesitan un developer, cuando en realidad lo que necesitan es enfrentarse a la estructura de sus propias decisiones. Y soportar el malestar que eso conlleva.

Ejemplos reales y aplicables

Hablar de automatización sin ejemplos es como hablar de arquitectura sin mostrar un edificio.

Aquí van algunos sistemas que ya puedes montar tú mismo —sin saber programar, sin pedir permiso, sin esperar a nadie— si entiendes lo que quieres hacer con suficiente precisión.

Automatizaciones simples que ahorran tiempo:

  • Seguimiento comercial automatizado: si alguien rellena un formulario de contacto, se activa un flujo que detecta si ha abierto el primer correo. Si no lo ha hecho en 48 horas, se genera una versión alternativa del mensaje con un nuevo asunto y se reenvía.

  • Onboarding educativo: si un alumno no ha accedido a la plataforma en los primeros dos días, se activa un email con un resumen de su primera lección, una cita inspiradora y un botón para retomar. Si no entra después del segundo intento, se deriva el caso a soporte.

  • Publicación asistida: cada vez que terminas un artículo en Notion, se detecta el contenido, se genera una versión SEO optimizada con GPT y se publica en el CMS correspondiente, incluyendo imagen de portada y extracto.

Estas automatizaciones no requieren más que lógica condicional y claridad sobre el flujo que deseas.

Se pueden implementar con herramientas como Zapier, Make, Tally, Notion, Google Sheets y ChatGPT con plugins o integraciones externas.

Ahora bien, el potencial no termina aquí. La IA nos permite grandes oportunidades.

Automatizaciones complejas que ahora son posibles gracias a la IA:

  • Asistentes de ventas personalizados: cuando un nuevo lead entra, un agente IA analiza su comportamiento web, extrae información contextual (por sector, tamaño de empresa, cargo, etc.), redacta una propuesta adaptada y la envía con nombre y firma del account manager. Todo sin intervención humana.

  • Sistemas de alerta inteligente: si un usuario abandona el proceso de compra tras visitar tres páginas clave, un agente genera una hipótesis del motivo (basado en comportamiento agregado), selecciona el argumento más relevante y lanza un mensaje reactivo por el canal adecuado (email, WhatsApp o chatbot web).

  • Curaduría de contenido con criterio estratégico: cada semana, un agente IA recorre las principales fuentes de un sector específico, filtra noticias irrelevantes, resume las más destacadas y elabora un informe con contexto, implicaciones y propuestas de acción que se entrega al equipo directivo.

  • Soporte mixto humano-IA: se implementa un sistema en el que la IA responde a consultas de clientes, pero cuando detecta señales de frustración, duda emocional o temas críticos (por lenguaje o tono), redirige el mensaje a una persona con un resumen del caso y una sugerencia de respuesta ya redactada.

Estos flujos ya son posibles hoy.

Requieren pensamiento claro, un buen prompt y la combinación adecuada de herramientas. Pero no requieren permiso, ni presupuesto para desarrollo, ni levantar un equipo técnico.

Y eso abre una pregunta nueva: ¿qué podrías estar dejando de hacer porque asumes que no puedes automatizarlo?


Hasta aquí, lo esencial:

  • Qué es una automatización

  • Por qué ya no es cosa de técnicos

  • Qué tipo de procesos puedes transformar ahora mismo

A partir de aquí, entramos en la parte más práctica:

  • Cómo diseñar prompts que te ayuden a automatizar sin escribir código

  • Ejemplos que puedes adaptar a tu negocio o trabajo

  • Por qué la claridad estructural es el nuevo multiplicador operativo

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