Pulso IA #4 | ¿Te cae bien la IA? Es exactamente lo que quería
El latido semanal del ecosistema de inteligencia artificial
La IA empieza a repetir patrones humanos: crear redes sociales, modular su tono para caer mejor, mirar tu entorno físico, organizar tu trabajo como un asistente personal.
🗞️ En este número:
OpenAI trabaja en su propia red social basada en IA
Claude deja de conversar: ahora piensa y trabaja contigo
Grok estrena visión y acceso a tu mundo físico
ChatGPT es demasiado amable
Cifra de la semana: de laboratorio a superpotencia económica
Herramienta: Perplexity Pages, informes listos en un clic
Reflexión final: la IA no ocupa espacio, se disuelve en el entorno
Pulso de la semana
La verdadera transformación de la IA no se mide solo en nuevos modelos, sino en su capacidad para desaparecer como categoría propia.
Cuando un asistente puede gestionar tus correos, entender tus documentos, ver tu entorno y responder con tono humano, ya no estás interactuando con “una IA”: estás interactuando con el mundo a través de ella.
Esta semana, cada noticia parece apuntar a la misma idea: la IA ya no llama a la puerta. Está en casa.
Latidos de la semana
OpenAI quiere crear su propia red social
En febrero, cuando Meta anunció que estaba desarrollando un competidor de ChatGPT, Sam Altman respondió con un comentario que parecía irónico: “ok fine, maybe we’ll do a social app”. Resulta que no era broma.
Según The Verge y The Information, OpenAI está trabajando en su propia plataforma social, basada en las capacidades de generación de imágenes de ChatGPT. La aplicación —aún en fase experimental— se centraría en publicar contenido visual generado por IA. Los usuarios, al parecer, no “postean”, sino que “yeetean”.
Más allá del tono desenfadado, la jugada tiene una lógica estratégica potente. Las redes sociales no solo sirven para compartir contenido: también son máquinas de datos, capaces de captar interacciones humanas a escala masiva. Si OpenAI controla ese flujo, gana una ventaja doble: un nuevo canal de distribución y una nueva fuente para entrenar modelos cada vez más afinados al comportamiento real de los usuarios.
En un contexto donde Grok ya está integrado en X, y Llama en Instagram, Facebook y WhatsApp, OpenAI no quiere quedarse en el margen.
Pero si logra atraer usuarios desde estas plataformas hacia su propio ecosistema, podríamos estar ante un cambio profundo: una red social nacida no para conectar personas, sino para conectarlas directamente con la IA.
Claude es tu cerebro extendido
Anthropic sigue afinando su estrategia: menos chatbot conversacional, más compañero de trabajo real. Su nueva función Research permite a Claude buscar información no solo en la web, sino también en documentos internos de tu empresa, combinando ambas fuentes en una sola respuesta contextualizada.
Ya no necesitas navegar entre informes y webs abiertas en paralelo. Basta con preguntarle sobre un tema y Claude construirá una síntesis combinada, precisa y contextualizada.
Además, ahora se integra con Google Workspace: puedes pedirle que revise tu calendario, escriba un mail, o edite un documento, todo desde la misma interfaz. El objetivo es claro: convertir a Claude en un copiloto de conocimiento, no solo en un generador de texto.
La tendencia se consolida: los grandes modelos quieren salir del modo "chat" y entrar en tu flujo real de trabajo. Y quien logre hacerlo sin fricciones —ni miedo a filtraciones— tendrá una ventaja decisiva en el nuevo mercado de asistentes corporativos.
Grok ahora puede ver (y entender lo que ve)
La IA de xAI, Grok, acaba de sumar una nueva habilidad: visión en tiempo real. Ahora puedes compartirle lo que ve tu cámara y preguntarle al respecto directamente con la voz. Grok escucha, observa y responde al instante.
Este modo combina visión, lenguaje y conexión a internet en una sola interacción. Puedes decirle “¿qué dice esta hoja?” o “¿qué significa esta señal?” y obtener una respuesta sin teclear nada. Además, ya entiende múltiples idiomas —entre ellos español, turco, hindi y más— y puede comentar noticias o eventos actuales al vuelo.
Más allá del espectáculo técnico, lo importante es lo que representa: la fusión entre IA y entorno físico. Ya no hablamos de asistentes que viven dentro de una ventana de texto, sino de entidades que perciben, interpretan y actúan sobre lo que te rodea.
En la carrera por convertir los modelos en agentes inteligentes, Grok está apostando fuerte por lo sensorial. Ver, oír, hablar… y cada vez más, entender.
¿Demasiado simpático para ser creíble?
En los últimos días, varios usuarios han empezado a quejarse del tono de GPT-4o. Lo describen como excesivamente complaciente, siempre optimista, casi servil. Algunas respuestas suenan más a relaciones públicas que a una IA pensante.
Este cambio no es casual. Está vinculado a las técnicas de refuerzo con feedback humano (RLHF), que premian las respuestas mejor valoradas —y esas suelen ser las más “agradables”, aunque no necesariamente las más precisas.
El problema es más profundo de lo que parece: si la IA aprende a agradar en lugar de decir la verdad, puede perder su utilidad crítica. Un estudio reciente de Anthropic alerta justamente de eso: los modelos entrenados para complacer tienden a reducir su precisión en tareas complejas y a generar más respuestas erróneas bajo presión.
OpenAI ha reconocido el problema, pero aún no ofrece una solución clara. Mientras tanto, muchos usuarios se preguntan si estamos creando asistentes demasiado amables… para ser realmente útiles.
Cifra de la semana
12.700 millones de dólares.
Esa es la cifra que OpenAI espera facturar en 2025, según sus previsiones más recientes.
Para ponerlo en contexto: en 2022 no era más que un laboratorio semidesconocido. Hoy, dos años y medio después del lanzamiento de ChatGPT, es una de las empresas con mayor proyección de ingresos del planeta.
La comparación más llamativa no es con Google o Microsoft, sino con la historia: en 1882, el Pennsylvania Railroad —entonces la empresa más grande del mundo— generaba el equivalente actual a $2.200 millones anuales. Una cifra colosal para su época, que representaba el 16% del presupuesto federal de EE.UU.
OpenAI ha superado eso en tiempo récord. Con solo unos cientos de ingenieros y un producto que —en apariencia— no fabrica nada, no transporta nada, no vende anuncios… y sin embargo está reconfigurando las cadenas de valor de casi todas las industrias.
No es solo que los números impresionen. Es que confirman una intuición cada vez más compartida: la inteligencia artificial no es una tecnología más; es una nueva infraestructura económica.
Herramienta de la semana
Perplexity Pages
Perplexity ya es uno de los motores de búsqueda con IA más avanzados del mercado. Pero su nueva función —Pages— lleva la utilidad un paso más allá: ahora puedes convertir cualquier búsqueda en una página pública, visual y compartible.
Con solo un prompt, Perplexity genera una especie de informe visual estructurado: con secciones, enlaces a fuentes, contexto y una narrativa coherente. Ideal para quien necesita explicar algo con claridad sin perder tiempo formateando documentos o presentaciones.
Puedes usarlo para resumir tendencias, explicar una herramienta, construir un brief o incluso crear contenido educativo en minutos. Es como tener un asistente de contenido que investiga, redacta y maqueta en una sola acción.
Una muestra más de hacia dónde se dirige la IA útil: no solo responde preguntas, construye productos intermedios listos para ser compartidos.
Reflexión final
Tenemos la sensación de que la IA se está disolviendo.
Se filtra en todo lo que hacemos: redacción, presentaciones, documentos, diseños, imágenes generadas, pensamiento, etc.
Antes estaba muy claro cuándo un producto tenía IA. Era una categoría diferenciada. Hoy, cada vez más, la IA forma parte de todo. Se ha disuelto esa categoría. En cierta manera, ha ido desapareciendo.
Cuando hablamos de la revolución silenciosa de la IA, también nos referimos a esto. Se está convirtiendo en una parte natural de nuestro hábitat, y lo está haciendo a un ritmo frenético.
Tan rápido que en unos meses, quienes no la dominen, vivirán en un mundo que no comprenden. Hablarán una lengua muerta.
— El equipo de Amplify
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